Los bloqueadores de la pubertad trajeron la muerte de la semántica

Todavía reorganizando los artículos archivados, encontré otro. No recelo al Sr. Van Maren por sugerir que “Zinnia” dio unos tuits bien representadores de la desvergüenza de los ideólogos de género de hace unos años. No porque los partidarios estén tan locos como ese súcubo, sino porque los argumentos dados en los tuits capturados ponen muy claro ciertas premisas esenciales.

Consideremos cuando escribió:

La incapacidad de ofrecer un consentimiento informado o de comprender las consecuencias a largo plazo es en realidad un argumento para poner a todas las personas cis y trans en bloqueadores de la pubertad hasta que adquieran esa capacidad.

“Zinnia” dio por sentado que la pubertad y los bloqueadores son, al fondo, elecciones de igual valor, lo que se sabe es falso. La pubertad es un proceso natural, en el sentido de que es necesario para que el cuerpo llegue a ser lo que se supone que es. En contraste, los datos demuestran que las químicas que impiden la pubertad causan daños graves o incluso irreversibles. No sirven como un botón de pausa, con la posibilidad de reanudar donde todo se detuvo.

Por otra parte, quizás asumo demasiado al llevar tales hechos a esta mesa. El sentido común enseña que el cortar partes sanos de un cuerpo para que dicho cuerpo se asemeje a la imagen subjetiva y caprichosa de uno anda en contra de la salud. Está totalmente contrario al designio del cuerpo y al “modo en que las cosas deben ser”. Pero, ¿y si los woke no creen que haya un modo en que las cosas deben ser? Entonces, ni hay salud ni malestar objetivo, y cada quien puede hacer con su propio cuerpo lo que le plazca. Por otra mano, tampoco hay justicia ni injusticia… Semejantes palabras tendrán que carecer del todo de contenidos semánticos, y quedan como expresiones de emoción pura. Exactamente como pasó con insultos como “fascista” y “nazi”, la verdad.

¿Tú qué opinas?