“The Payne-Butrick Papers”: Política (1)

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John Ross se volvió jefe (por elección) de la nación cheroqui el enero de 1827, al parecer el 20 de aquel mes (p. 143).

En 1824, el hermano de John Ross, Andrew, trajo entre 15 y 20 cheroquis pro-mudanza a Washington para negociar un tratado (p. 356, nota 100). Naturalmente, fue otra cesión de tierras. Firmado el junio del mismo año, pero nunca ratificado (cf. Royce, Cherokee Nation, pp. 152, 53), porque el senado reconoció la jugada de Andrew (Payne, p. 146). Dado que Andrew Ross, John Ridge y los demás miembros de la pseudo-delegación ya abandonaron la nación oriental, no pudieron reclamar representarla.

Payne relata que William Hicks —sospechado de estar en pro de la emigración y la venta de su terreno (p. 144)— trabajó con agentes estadounidenses y John Ridge para formar el partido de emigración (p. 145). Los dos querían suplantar el gobierno actual de la nación cheroqui.

Toda la familia Ridge estaba en favor de emigrar. Los Estados Unidos llamaban concilios con gran frecuencia para reunir a los indígenas, deseando influir a la gente a someterse a su agenda (p. 169).

Payne cree que Georgia se sentía alarmada por la constitución de la nación cheroqui (p. 152), así convirtiéndola en una nación independiente dentro de “su territorio”. La da por razón de los mandatos pasados cuando Andrew Jackson asumió la presidencia en 1829. Georgia canceló toda ley y ordenanza hecho por la nación cheroqui y exigió que todo hombre blanco dentro de las tierras cheroqui jurara alianza con Georgia (p. 153). Los blancos que no juraban alianza serían condenados a cuatro años en una penitenciaría (p. 157).

Cuando Worcester y cinco más blancos fueron arrestados, el presidente Jackson continuó apoyando Georgia, y este seguía expulsando a los indígenas de su territorio (p. 158).

Una táctica empleada por el gobierno estadounidense era retener las anualidades debidas a los cheroquis (p. 165). Una táctica usada con mucha selección, pero nada de astucia o de secreto. Los que no querían vender sus tierras no recibirían compensación por los gastos del viaje. Comentó Payne: “Los gastos de la facción de oposición [el de los Ridge, “el partido de tratado”], aunque no hicieron tratado alguno, ¡fueron pagados por completo!” (p. 169, traducción mía).

Esta medida se usaba con otra, la de obligar a los representantes a convenir bastante a menudo, para decidir cómo usar las anualidades (p. 169). Una vez, el gobierno estadounidense convocó una reunión mientras que los indígenas cosechaban sus cultivos (p. 177); todos vinieron, sin embargo, porque se decretó que, incluso si solo diez u once llegasen, la mayoría decidiría qué hacer. A pesar de los intentos de espolear a la facción de Ross a la violencia —mal comportamiento entre los ‘emigrantes’ (partidarios de Ridge), ofrendas de whiskey y hostilidades de finta por la Georgia Guard—, todos mantuvieron su compostura (p. 180).

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