La muerte del Conde Dooku y la destrucción del ídolo de Dagón son bastante parecidas, dado que ambos seres perdieron las manos y la cabeza.
Seguro que George Lucas no tuvo la intención de usar las “semejanzas” para recordarnos de los peligros de unirnos con el poder —o de abandonar nuestros principios de acción— para lograr el bien. Sin embargo, hay paralelos, y son muy apropiados. Cada ídolo, según Budziszewski, es una representación del hombre que lo adora, o sea, un aspecto suyo. Y según James Patrick Holding, los ídolos del pasado eran mecanismos de control. Eran “puntos focales” de poder divino, usados para hacer contacto y contraer el socorro de un ser que controle algún aspecto de la vida cotidiana.
El Conde Dooku siguió un ídolo no material —el poder “eficiente” o “eficaz” bruto—, aunque como medio para un fin, y lo perdió todo. Igual como nos pasa a nosotros cada vez que desobedecemos a Dios.
¿Tú qué opinas?