Hay tantas hilas en esta entrada, insertadas con comillas angulares. Suprimí las de menor relevancia. Me doy cuenta que Mariana hasta dejó una nota conectándola con otra de su diario, aunque sigo sin leerla. Su narración trata de dos archivos de mi tatarabuelo sobre un debate acerca de la resurrección reportada en los evangelios, pero muy rápido se desvía hacia un episodio subjetiva y algo colorido.
David Wood revisaba el debate anterior. [Richard] Carrier declaró que Pablo creía que la resurrección del Dios-hombre era totalmente espiritual, trayendo un canje de cuerpo como mucho. [Mike] Licona dijo lo que siempre sabíamos: esta resurrección, y todas que seguirán, trae el mismo a la vida más verdadera y plena. Pero mientras leía la reseña, tuve la impresión de ahogarme. No, alguien más lo hacía, mientras yo miraba por sus ojos <Estaba a unas pocas pulgadas mientras intentaba alcanzar un Sol enorme.>, incapaz siquiera de poner los dedos encima de la superficie, la que nunca se rompió ni ondeó por más que se esforzase.
Culpo a todos que llaman los cuerpos ‘prisiones’. Pero se equivocan solo por querer decir que no nos son naturales.
Los Estoicos compararon nuestros vicios con el ahogarse. No puedes ser feliz sin la virtud perfecta, como tampoco puedes respirar si tu nariz está bajo el agua, incluso si tan solo a punto de emerger. Lo mismo pasa en este cuerpo ‘casi muerto1’ <desalineado con el alma>. Las pasiones lo arrastran abajo, con el riesgo de sumergir el alma con él.
- Según sus padres, en la original, la palabra ‘muerto’ está en la forma diminutiva. ↩︎
¿Tú qué opinas?