Cuando LionHeart desarrolla historias, me pide preparar las ilustraciones según le parezca. (Tal vez algún día logre poner sus ideas en orden para narrar de pe a pa. Ahora va muy lento, e indecisa.) Hace un poquito me dijo que quisiera dos imágenes para otro cuento. No diré más, lo importante es mi trabajo. O, mejor, el contexto mayor y lo que aprendí.
Llevé a mi sobrina conmigo para hacer un mandado para mi padre. Esperábamos en mi carrito a que viniera la recogida y yo me esforzaba en la segunda imagen, que sigue en la etapa de borrador. Bibán y Kopekchol estaban juntos, en forma de boceto. Pero mi sobrina es tan mayor como para sentarse a mi lado, a la vez que le falta la discreción. Me miraba mientras trabajaba. “¿Él la secuestra? —mi sobrina me preguntó, y unos minutos después— ¿Ella tiene ropa puesta?“
Le reté por hacerme una pregunta tan horrible, de súbito encontrándome incapaz de continuar. Incluso después de devolverla a casa y entregarle a papá su pedido, no pude nada. Ni siquiera tras dos días. Así que le quejé a mi hermano que tal necedad puede haber arruinado mi comisión. No me entendió.
—¿De veras esperas que dibuje algo mientras la imagen desnuda me molesta por la fuerza sin parar?
—Dado que eres adulto, claro.
Deduzco que, en su mente, hacer arte es como cualquier esfuerzo cotidiano: desapegado del alma. Por eso bromeó que lo hago al revés, “que el arte está supersaturado con gente desnuda, en especial mujeres”. Sí, hay desnudez a montones, pero el arte de los siglos anteriores no fue preparada para “saciar” (inflamar) la lujuria, no en cuanto arte; su propósito era ennoblecer lo visible, recordándonos de lo invisible que le da su valor. Así también yo trabajo, o intento, en mis garabatos y paparruchas. Los grandes renacentistas y medioevos pudieron tratar con la forma humana expuesta, por su desafición para con ella y con sus propias pasiones. Pero no vivimos nosotros en una cultura tal. La claridad de sus almas les permitió trasladar lo invisible a lo visible mediante las formas más hermosas, y así elevar las mentes y almas ajenas. Se trata, para contestar a mi hermano, de la condición del alma, la que incide en la obra. La mía no es tan clara como la de los grandes que busco imitar, lo que asegura que mis dibujuchos tampoco lo son. E incluso si mi alma lo fuera, la cultura no.
¿Tú qué opinas?