Aladino, loco de amor, quedó sin moverse, como si estuviera soñando. Y después su amigo le recordó que no podía casarse con ninguna princesa.

Era de pobreza extrema y flacucho y sucio y oloroso y feo y—
“—Adam…”, intervino Cristal.
… Eh, el perdedorito estaba impávido.
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Esta semana pasada fue algo ocupada para mí. La próxima historieta debe de ser más larga.
¿Tú qué opinas?