En el libro How to Stay Christian in College, J. Budziszewski escribe que los postmodernistas aciertan un que, sin Dios, todo se hace pedazos. La coherencia de este mundo en cuanto mundo —un entero unido— procede de la luz de Dios; es Él quien dio al universo una narrativa singular, una sola dirección a la cual tiende sus eventos más significativos.
Por ende, los posmodernistas se fijan correctamente en una consecuencia grave del ateísmo. El cosmos deja de ser un cosmos, porque nada existe para unificarlo como un total inteligible. En su lugar, acabamos con múltiples mundos, todos construidos por los humanos en el acto de dar coherencia a los sucesos. La noción “subcreativa” de Tolkien (Sobre los Cuentos de Hadas) de que creamos mundos ficticios sigue con su validez, pero se detuvo muy corto por no observar que el proceso también tiene sus aplicaciones en la realidad física, precisamente porque imitamos al Creador en la producción de otras cosas, ya sean familias, culturas o artefactos materiales. Sin embargo, su idea de “creencias secundarias” no vale en tal contexto si existe la verdad objetiva.
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