El Dr. Craig, nominalismo y apolinarismo (2): ¿antropología cartesiana?
Pensando más en la tricotomía que presenté en la nota pegada arriba, se me ocurrió una aparente cuarta posibilidad. ¿Puede que las ansias sexuales que Nuestro Señor experimentó en esta vida —siguiendo al Dr. Craig en este punto— fueran una propiedad que “emergía” o “supervenía” de la combinación de su alma y cuerpo? Imagino que no pensé en esta porque es una propuesta bien vaga. ¿Cómo “supervenían” o “emergían”? En la psicología aristotélica, el alma tiene “poderes” que se manifiestan en el cuerpo, mientras que el cartesianismo “puro” u original propone que el cuerpo vive sin necesitar alma alguna. Descartes creía que los animales inferiores eran autómatas en vez de seres conscientes, porque el alma se define solamente en términos de la racionalidad, y no cometen intelección ni raciocinio. Les faltaba alma porque no piensan en el sentido estricto de Descartes.
Es claro que el cartesianismo “puro”, así explicado, no da sitio para la cuarta opción. Para que ansias sexuales emerjan del compuesto cuerpo-alma, el alma debe de algún modo contribuir algo. (Y lo que es más, dudo que el Dr. Craig apoye el cartesianismo “puro”, ya que escribió varias veces que el Logos anima el cuerpo del Cristo.) Por otra parte, el dualismo de interacción, cabe decir, no es igual al cartesianismo “puro”, pues la proposición de que el alma y el cerebro “interactúan” no conlleva compromisos sobre la relación del alma con otros aspectos del cuerpo. (O al menos, así parece.) Al mismo tiempo, si queremos distinguir el dualismo de interacción de la psicología aristotélica, habrá que negar que el alma sea el principio formal del cuerpo. Será necesario proponer otra relación entre el alma y el cuerpo como total. Confieso que me falta alternativas en este momento, pero sin alguna, esta posibilidad se ve sin motivo.
Volviendo al aristotelismo, los poderes del alma “emergen” en el cuerpo, pero todavía son “partes” del alma; son aspectos naturales del cuerpo por esa misma razón, incluso si decimos que son “accidentes propios” de la sustancia en vez de constituyentes de su esencia. (Esta es una distinción válida, pero no hace nada aquí, de modo que podemos omitirla en este contexto.)
Obviamente, no queremos decir que las ansias sexuales de Jesucristo son “partes” del Logos. Esto sería igual a la opción (3) de la tricotomía original —son inherentes en el Logos—. Los instintos de cada animal existen como “partes” de su alma —al menos en el sentido de que proceden o “fluyen” de su esencia—, porque sirven para llegar a cabo sus fines naturales.
Claro, hay otras teorías antropológicas —el dualismo de propiedades de David Chalmers es una popular—, pero las que conozco no parecen compatibles con el apolinarismo del Dr. Craig. Me parece, por lo tanto, que la tricotomía sigue válida, y que el problema de cómo explicar verosímilmente los deseos sexuales que el Dr. Craig afirmó que Nuestro Señor experimentó en su vida terrestre todavía no tiene solución satisfactoria en la cristología apolinarista.
¿Tú qué opinas?